En el transcurso de una semana, su piscina cubierta puede ver evaporarse cientos, si no miles, de litros de agua en el aire.
Si el agua evaporada no va a ningún sitio, los niveles de humedad pueden aumentar rápidamente en el interior, creando un entorno de baño incómodo e inseguro para sus clientes y personal. Esto puede provocar la propagación de virus, la formación de superficies resbaladizas y la aparición de moho.
Además de contribuir a problemas de salud como enfermedades respiratorias e irritación de la piel, los niveles excesivos de vapor de agua pueden erosionar gradualmente la integridad de las salas de su piscina y dañar elementos esenciales como las bombas de calor y los productos químicos de la piscina. Todo ello puede dar lugar a costosas reparaciones y tiempos de inactividad que podrían evitarse con un control continuo de la humedad.
En el lado opuesto de la balanza, crear un entorno excesivamente seco para los bañistas hace que éstos sientan frío al salir del agua, que aumenten los costes generales de funcionamiento y que el agua de la piscina pierda calor más rápidamente.
Para mantener protegida su piscina y a las personas que se encuentran en ella, independientemente del número de ocupantes o de la temperatura del aire exterior, los deshumidificadores profesionales son esenciales para mantener las condiciones óptimas.